El vapeo sí ayuda a dejar de fumar
En Exfumadores llevamos años haciendo una labor divulgativa sobre las posibilidades del vapeo como herramienta de deshabituación tabáquica, basándonos en la evidencia científica y en la experiencia de otros países, como Reino Unido y Nueva Zelanda, donde se ha demostrado la ayuda que aportan para dejar de fumar. Sin embargo, en España proliferan las opiniones políticas y piezas comunicativas que, sin apelar a estas bases científicas o a estas referencias de políticas públicas siguen fijando el foco en el vapeo como puerta de entrada y no de salida del tabaco, frente a la evidencia de la drástica reducción de las tasas de tabaquismo en países como los mencionamos. Un ejemplo reciente lo hemos conocido en la televisión pública, y con la intención de verificar, al parecer, algunas afirmaciones respecto al vapeo; frente a ello desde nuestra labor divulgativa, creemos conveniente analizar este ejercicio de verificación, con la intención de aportar algunos contrastes para contribuir a llevar luz a este intento de verificación.
El vapeo no es tabaco
El título de la mencionada pieza conlleva un error de fondo y una asociación equívoca: el vapeo y el tabaco no tienen nada que ver. Los dispositivos susceptibles de liberación de nicotina, como son los vapeadores, no contienen ni dispensan tabaco, no tienen ninguna relación con el tabaco, más allá de la imitación del hábito de fumar que facilita que se abandone.
El vapeo sí ayuda a dejar de fumar
En primer lugar, no se afirma que vapear sea la mejor herramienta para dejar de fumar, sino que es una herramienta útil para este fin, que puede ser eficaz especialmente en los casos en los que se hayan intentado otras fórmulas y no hayan funcionado, o bien, para los más reticentes a abandonar el hábito.
En segundo lugar, se asegura haber consultado a expertos en tabaquismo que cuestionan la capacidad del vapeo como método de deshabituación, pero se ignora que muchos expertos, y profesionales sanitarios, sí defienden esta opción.
Sin ir más lejos, la Plataforma por la Reducción del Daño, congrega a diversos médicos, catedráticos, científicos y especialistas en tabaquismo que comparten la necesidad de que España avance en la lucha contra el tabaco apostando por iniciativas innovadoras como la reducción de daños por tabaquismo, que ya están mostrando gran efectividad en otros países líderes en el campo.
La realidad es que los datos indican que el vapeo sí es un método eficaz para el abandono del hábito. Así, por ejemplo, un estudio promovido por el Cancer Research UK halló que los que usaban el vapeo para dejar de fumar tenían un 60% más de posibilidades de tener éxito que aquellos que usaban los productos tradicionales de reemplazo de nicotina.
Y así lo demuestran también las experiencias de otros países, como Reino Unido, donde desciende la prevalencia del tabaquismo, en torno a un 15%, crece el porcentaje de exfumadores (más de la mitad de los que recurren al vapeo lo son, en un porcentaje similar al español) y se reduce el supuesto consumo dual. Otro caso de éxito es Islandia, que de una prevalencia de tabaquismo del 14% en 2014, han pasado a una del 6,2% en 2022 por la aplicación de políticas de reducción del daño.
Frente a ello, en España las tasas de prevalencia del tabaquismo están estancadas pese a la aplicación de políticas públicas farmacológicas, que no han contribuido a un descenso notable del hábito. Es más, lo que se reduce es el consumo de los fármacos de deshabituación, que cayó al 82%, por “la escasa eficacia de los disponibles en 2021 y 2022”, según recogió The Objective, coincidiendo con la retirada de dos fármacos: Champix y Zyntabac, posibles efectos perniciosos.
En primer lugar, tal y como ya hemos señalado, la mitad de las personas que recurren al vapeo lo hacen como puerta de salida del tabaco, y así lo señalan las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad, en las que no se refleja si el consumo de vapeo como un supuesto paso previo al tabaco. Así lo prueba el hecho de que el porcentaje de consumo de tabaco en España, como igualmente se ha señalado, sigue con una reducción muy leve o estancado, en cifras similares, con y sin productos alternativos en el mercado. Los fumadores que ahora quieren abandonar el hábito no necesitaron, por desgracia, ninguna puerta de entrada.
En segundo lugar, como se ha adelantado, otros profesionales sí defienden la capacidad del vapeo como herramienta de deshabituación tabáquica. Por ejemplo, Javier Nieto Iglesias, presidente de la Sociedad Castellano-Manchega de Hipertensión y Riesgo Vascular y jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital General Universitario de Ciudad Real, declara que “incluso los fumadores de tabaco tradicional que pasan a fumar cigarrillos electrónicos son capaces de deshacerse del hábito con un porcentaje muy similar o incluso algo superior de lo que están tomando medicación aprobada por el Ministerio para sustituir a la nicotina a nivel cerebral”.
Vapear es menos dañino que fumar
Vapear sí es menos dañino que fumar, lo que no significa que sea inocuo. Pero que el vapeo es un 95% menos dañino que fumar no es un mensaje de X, es un dato del Public Health of England, respaldado por otras instituciones, como el Royal College o Phisicians, el National Institute for Health and Care Excellence, la British Medical Association, Cancer Research UK, la British Lung Foundation, el Royal Australian College of Physicians o la French National Academy of Medicin, entre otros, que coinciden en que vapear puede reducir el daño que provoca la combustión del tabaco.
La nicotina no es inocua, pero lo que provoca es adicción, no cáncer
La adicción a la nicotina es lo que precisamente se pretende tratar con un dispositivo susceptible de liberación de este componente, como es el vapeo. Pero también en otras terapias de deshabituación, como los chicles, los pulverizadores bucales o los parches. La única diferencia entre estos y el vapeo es que el vapeo imita el hábito de fumar, pero todos comparten la presencia de nicotina, que la persona que quiere dejar de fumar tiene que lograr controlar.
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